Categoría: Textos

  • Metamorfosis

    Cuando hubo dado el último retoque a su obra, el artesano balanceó su propio cuerno con ambas alas y, agitándolas, se suspendió en el aire; aleccionó también a su hijo diciéndole:

    «Te advierto, Ícaro, que debes volar a media altura, para evitar que las olas recarguen tus alas si vas demasiado bajo, y que el calor las queme si demasiado alto; vuela entre mar y cielo. Te aconsejo que no mires al Boyero ni a la Hélice ni tampoco a la espada desnuda de Orión; ¡vuela detrás de mí!».

    Algún pescador cuando capturaba peces con temblorosa caña, algún pastor apoyado en su báculo, o algún labrador en la estepa, los vio y se quedaron atónitos, y creyeron que eran dioses, puesto que podían surcar los cielos.

    Ovidio

  • Impresiones y Paisajes

    Muchas veces al caminar por estos sitios de leyendas lejanas observamos parajes solitarios donde nuestra alma quisiera reposar siempre… Tienen el encanto de que pasamos corriendo por sus formas y no nos damos cuenta de sus misterios. ¡Hay estados sentimentales tan raros! Al encontrarnos en un paraje agradable quisiéramos estar en él toda la vida recreándonos en su belleza… Pero nos marchamos sin que ni nosotros mismos sepamos por qué…

    Al viajar van desfilando una serie interminable de cuadros naturales, de tipos, de colores, de sonidos, y nuestro espíritu quisiera abarcarlo todo y quedarse con todo retratado en el alma para siempre, pero somos muy pequeños y sin querer olvidamos. Antes de contemplar una maravilla ya teníamos de ella noticias y fantaseamos su forma soñándola, soñándola hasta hacerla un imposible…, por eso nos vemos defraudados casi siempre al contemplar un monumento del que habíamos oído hablar. Pasamos a través de los campos, a través de las ciudades sin habernos detenido casi nada y nuestros ojos siempre abiertos pretenden retratar todo, y sentirlo todo, pero nos viene el sueño y el cansancio y el hastío.

    Luego, cuando hemos reposado, todas las impresiones se van revelando, una con todo el esplendor que tenían, otras vagamente, confusamente, algo en que los recuerdos tienen tintas de crepúsculo ya casi muerto, una neblina azulada sobre las cosas que vimos… Luego unas impresiones borran a las otras y forman una confusión de la que sobresale algo que nos hizo mucha mella…, una cara de mujer…, una torre con sol…, el mar…

    Federico García Lorca

  • Impresiones y Paisajes – Prólogo

    Se descorre la cortina.

    El alma del libro va a ser juzgada.
    Los ojos del lector son dos geniecillos que buscan las flores espirituales para ofrendarlas a los pensamientos.

    Todo libro es un jardín.
    ¡Dichoso el que lo sabe plantar y bienaventurado el que corta sus rosas para pasto de su alma!…
    Las lámparas de la fantasía se encienden al recibir el bálsamo perfumado de la emoción.

    Se descorre la cortina.

    Federico García Lorca