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  • ¡Querida Amiga!

    Querida Amiga:

    Se que cuando recibas esta carta no te afectará lo que pongo en ella, ya que seguirás teniendo tantos admiradores como, por desgracia, siempre has tenido.

    Cuando nos presentaron, apenas me gustaste. Fue el paso de los días lo que hizo que, poco a poco me gustase cada vez más estar contigo.
    Ya no me conformaba con verte sólo los fines de semana, sino que también salía a tu encuentro cualquier día.

    Fue tanto el gusto que le cogí a nuestra relación que ya apenas salía con mis compañeros.
    Poco a poco me fui apartando de ellos, unos porque no te querían y me aconsejaban que te dejara y otros porque también estaban enamorados de ti, y no quería compartirte con ellos.

    Nuestra relación cada vez se hacía más íntima. Yo no vivía sino para ti. Mi primer error fue dejar de lado a mi familia.
    Más tarde y, también por tu culpa, perdí mi trabajo porque no le prestaba la atención suficiente. Terminaron por despedirme.

    Pero nuestra relación seguía hacia delante. Era tal la dependencia que tenía por ti que ya apenas podía hacer nada si no te tenía a mi lado.
    Con todo hay que añadir que el tren de vida al que me tenías sometido. Pronto tuve que robar para poder estar juntos aunque tú, no contenta con lo que estabas haciendo a mi vida, cada vez me exigías más.
    Has deteriorado mi vida, mi salud, mis proyectos, mi libertad…

    Gracias a Dios me he dado cuenta a tiempo de que tu relación sólo me trae desgracia.
    Es por eso que he decidido escribirte estas líneas para romper definitivamente, con la esperanza de que todo aquel que lea esta carta y tenga la desgracia de haberte conocido, también pueda darse cuenta a tiempo de que también destrozarás su vida.

    ¡HASTA NUNCA!

    P.D.: Si tienes la desgracia de conocerla, y tu amor por ella te impide dejarla, pide ayuda y, sobre todo, no se la presentes a ningún amigo que quieras de verdad.

    DIRIGIDA A LA DROGA

  • Pensamientos

    Resulta asombroso cuantas veces a lo largo de una vida, intentamos poner en orden nuestras ideas; a veces, involuntariamente, ponemos a trabajar nuestra mente en organizar futuras tareas que quizá nunca se lleven a cabo, sin embargo ahí estamos una y otra vez reorganizando nuestros pensamientos.

    Es muy posible que esto no le preocupe a la inmensa mayoría de las personas, pero a mi no deja de resultarme especialmente atractivo. Dejar volar la fantasía, soñar despierto, fijar metas lejanas, andar caminos imaginarios, construir… en definitiva, pensar.

    Hay ocasiones en las que me asaltan los pensamientos, llegan a mi las imágenes de esas fantasías animadas sin que yo haya hecho nada para que fluyan, simplemente las dejo venir, sin embargo hay otros momentos en los que soy yo quien provoca la situación y fuerzo a mi mente a navegar en ese mar lleno de detalles e intento hilvanar una sucesión de acontecimientos que determinen una nueva idea.

    No resulta extraño verme en actitud pensativa, como escudriñando un horizonte interior. En estas circunstancias, me desconecto de la realidad y me sumerjo hacia las profundidades intentando dar luz a un oscuro pozo.

    No obstante, la mayoría de las veces adopto esa actitud justo antes de dormir. Sin nada que pueda distraer mi atención, lleno mi cabeza de todo aquello que me apetece y comienzo a revolver hasta que algo destaca sobre lo demás y a partir de ahí comienza la maravillosa experiencia de ver como se van formando los pensamientos, como de una cosa se puede saltar a otra sin que se rompa la armonía, eres tu propio coreógrafo, tu propio guionista, tu propio director. No hay límites para lo que se puede construir o destruir, para lo que se puede andar y desandar, se llega a todas partes y a la vez se tiene una visión global del conjunto, algo imposible en la realidad.

    En este instante, mientras escribo, soy capaz de pensar en otras cosas que no tienen nada que ver y eso me fascina. Me pregunto ¿cómo la mente humana es tan versátil que nos permite emprender varias tareas a la vez?

    No, no voy a contestar. Dejo esa cuestión para los expertos, el motivo de escribir es parte de un pensamiento de esos que, a modo de castillo en el aire, he construido.

    Comenté con alguien la idea de escribir sobre los pensamientos, a veces extraños, que puede tener una persona; ahora es cuestión de ir anotando aquellos que parecen mejores para transcribirlos algún día.

  • La marioneta

    Este texto se atribuyó a García Márquez, como escrito de despedida a sus amigos.

    El escritor desmintió la autoría, sin embargo yo encuentro el mensaje es intresante, ¿no crees?

    * * * * *

    Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

    Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.

    Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate!

    Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.

    Dios mío si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que les ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos.

    Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida. No dejaría pasar un sólo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.

    A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse! A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

    He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.

    * * * * *

    Supongo que es triste tener que echar la vista atrás y querer arreglar lo que no hicimos bien, sería más fácil hacerlo cada día.

  • Un mundo mejor

    Aquí estoy, reflexionando sobre un reportaje que vi hace días por televisión. Resulta aberrante que hoy día aún se hable sobre el hambre en el mundo. Puede parecer un tópico, pero deberíamos hacer algo por evitarlo.

    Durante días me ronda en la cabeza aquella imagen de niños hambrientos.

    Se han recrudecido las guerras y se acerca el invierno. Cuánto frío deben pasar esas personas sin hogar. Estoy triste.

    Esta noche me he propuesto arreglar el mundo, voy a pensar en una solución, voy a dejar que mi mente sea libre y busque la forma de crear algo bueno, un mundo mejor. Quiero tener un sueño.

    ¡Ojala fuese todo tan fácil!

    * * * * *

    Estoy en un paraje desértico, las personas que encuentro tienen una mirada profunda y desilusionada, parecen haber perdido la esperanza y las ganas de vivir. Los niños sin embargo parecen ajenos al sufrimiento, en sus delgados rostros destacan unos ojos que, sin apercibirse de ello, claman en silencio al resto de la humanidad.
    Hace un calor insoportable y la falta de agua es notoria. Busco anhelante un árbol que me de sombra, desgraciadamente no quedan. Ni árboles ni agua, sólo ruinas y polvo.

    Oigo un rumor lejano, es el fragor de una batalla. El desierto da paso a lo que en su día pudo ser una ciudad. El intenso bombardeo la ha asolado; aquí la expresión de las personas es de miedo, un miedo intenso, que sobrecoge. Hay más niños, niños que lloran; no entienden lo que está ocurriendo.
    Un intenso frío hace que los rostros aparezcan todavía más patéticos. Comienza a nevar.

    La nieve hace más dramático el paisaje, y sin embargo suaviza las formas, amortigua el clamor de la batalla. Luego, al fundirse, fluye lentamente, acariciando el castigado asfalto , lavando las manchas que los hombres han dejado; manchas de sangre, manchas de honor, porque nadie debiera matar a nadie.

    Poco a poco, como huyendo de la ciudad, el agua llega al desierto, que ya no es tal, sino un vergel, y los rostros otrora tristes, se llenan de luz y esa luz alumbra la ciudad.
    Ya no hay sed en el desierto, ya no hay guerra en la ciudad y nadie muere a manos de otro. Todo se vuelve alegre y luminoso, las casas se reconstruyen, se siembran cosechas en el regado desierto, y sus frutos mitigan el hambre de todos.

    ¿Y los niños?
    Los niños vuelven a reír, y su risa acalla las voces inconscientes de aquellos que quieren mandar sobre los otros. Y la risa crece, y se hace más ruidosa, pero acompasada, y en lugar de ¡ja! ¡ja! ¡ja! lo que se oye es ¡paz! ¡paz! ¡paz!, y en esa paz me duermo.

    * * * * *

    Y mientras duermo sueño que todos estamos allí, ayudando; sería perfecto, pero sólo he conseguido soñar.

  • El viento

    El viento, sensación de libertad, llamado por mil nombres, alma errante sin hogar, bohemio como los hombres.

    Esa sensación que produce sentir el viento en el rostro, azotando tu cabello cuando sopla con brí­o; haciendo saltar tus lágrimas sin sentir pena y secándolas luego, como disculpándose por haberlas despertado.
    Sentimiento de alegría que te trae la brisa fresca en la mañana, incitando a despertar, a vivir con intensidad mientras te susurra al oido palabras de ánimo.

    Viento que canta entre los bosques, como si andar recorriendo la Tierra no le hiciera envejecer; o quizá no haya caido en la cuenta que nació con el mundo, y sigue buscando su camino sin saber que él mismo no tiene principio ni fin.

    Viento que se persigue a si mismo sin saber que, por mucho que corra, jamás lo logrará.
    Y al enfadarse vuelve a correr más y más, y en esa loca carrera que persigue la utopía desata su furia en el mar y en las tierras yermas, hasta que al encontrar la montaña en su camino, deja que ésta lo amanse y lo consuele dándole calor, suavizándolo, dejando que descanse y se duerma en el valle.

    Soplo cálido o viento frío, que mas da.
    Sólo cambia de vestido a medida que cambia de lugar, y puede ser que cuando viajemos nos encontremos de nuevo con él, porque él seguirá su camino y aunque no seremos capaces de reconocerle, tampoco podremos decir que no sea el mismo que nos hizo llegar la alegría una vez.

    Él ya era viejo cuando nosotros llegamos, y sin embargo nos acompañó hasta aquí­, y seguirá acompañando a los viajeros hasta el fin de los tiempos.

  • ¿Qué ve el espejo?

    La verdad, a veces se hace difí­cil escribir sobre algo desconocido, sobre todo por el temor que representa pensar que quien lo lea, no se sienta identificado con tus ideas.

    ¿Y eso que significa? ¡Nada! Absolutamente nada.

    Es la condición humana, la que nos hace ser distintos los unos de los otros. Cada cual tiene su brillo especial en los ojos que le hace ser quien es. ¿Te has fijado alguna vez en el tuyo?

    ¡Mí­rate en el espejo!
    Intenta adivinar lo que ves en tu propia mirada… ¿Qué has visto?

    ¿Quizá lo que tú quieres ver?
    ¿Tal vez has intentado encontrar lo que quieres que otros vean?
    ¿O acaso te imaginas (y te ves) como crees que los demás te ven?

    No, el espejo solo devuelve lo que se pone delante de el, y lo que se ve es lo que cada uno quiere ver en él, y esa es la única verdad, ¿o no?

    ¿Es posible que la verdad se vea mirando desde detrás del espejo?

    Si pudiéramos hacerlo, verí­amos lo que el espejo ve, nos verí­amos a nosotros mismos, algo que posiblemente nunca ha sucedido. ¿Tú qué crees?

    ¡Hala! ya tenemos el primer mensaje sobre el que ‘reflexionar’…