Mes: julio 2005

  • La poca vergüenza

    Hay personas que merecen siempre nuestro respeto, bien sea por su carisma, por sus méritos, o por cualesquiera otras razones que a nosotros se nos antojen, al fin y al cabo hemos sido nosotros los que elegimos respetarlos.

    Por otra parte las hay que nos defraudan, porque nos fallan…
    Ahí el error, ¿fallan ellas o fallamos nosotros al valorarlas? Yo soy de los que se decanta por la segunda opción.

    Por último estan las de la poca vergüenza.
    Estas son las que, a pesar de merecer nuestro respeto, no lo tienen. Simplemente porque no hacen uso de los valores que lo demás vemos en ellas, y además tienen la poca vergüenza de hacernos creer que somos nosotros los que fallamos. Un rotundo NO para éstas.

    La palabra ‘amistad’ vale mucho más de lo que cuesta decirla. Y para tener la de alguien que te valora no basta con pronunciarla. Hay que sentirla y demostrarla.

  • Metamorfosis

    Cuando hubo dado el último retoque a su obra, el artesano balanceó su propio cuerno con ambas alas y, agitándolas, se suspendió en el aire; aleccionó también a su hijo diciéndole:

    «Te advierto, Ícaro, que debes volar a media altura, para evitar que las olas recarguen tus alas si vas demasiado bajo, y que el calor las queme si demasiado alto; vuela entre mar y cielo. Te aconsejo que no mires al Boyero ni a la Hélice ni tampoco a la espada desnuda de Orión; ¡vuela detrás de mí!».

    Algún pescador cuando capturaba peces con temblorosa caña, algún pastor apoyado en su báculo, o algún labrador en la estepa, los vio y se quedaron atónitos, y creyeron que eran dioses, puesto que podían surcar los cielos.

    Ovidio